El pasado lunes, Microsoft presentó su alternativa para el mundo de los tablets, Surface. Desarrollada bajo un gran secretismo, y lanzada al foso para combatir al todopoderoso iPad, Surface está destinada al ser el baluarte de Windows RT y Windows 8, los próximos sistemas operativos de la compañía de Redmond. Antes de empezar a leer el artículo en profundidad, os recomendamos encarecidamente que intentéis reproducir el vídeo con el que abrimos la entrada. Bajo cierto prisma de humor, podréis ver la presentación del Surface, confrontada directamente, con la del iPad en 2010. Memorizar cada frase, cada elemento, cada gesto. Y sacad vuestra propia conclusión. ReadWriteWeb ha hecho un laborioso trabajo al comparar cada elemento y situación y cada coletilla de ambas presentaciones. Las comparaciones son odiosas, de acuerdo, pero el tiempo y la distancia entre ambos shows, evidencian una vez más el enorme abismo que separa a las dos compañías.
Microsoft parece haber hecho los deberes, buscando proyectos sólidos -dentro de lo que cabe- con los sustentarse como empresa y suministradora de contenidos. Windows Phone ya ha sido un paso hacia una dirección correcta -que parece desmoronarse tras la negativa de actualización con respecto a los terminales antiguos una vez se lance la nueva versión, Windows Phone 8-, y en Redmond se tiene cierta sensación de trabajar por un futuro menos caótico con Windows 8 y sus sucedáneos como base. Un sistema operativo base, y un montón de dispositivos propios. Al menos, en teoría. ¿Qué ha cambiado en la sede de Microsoft para que comiencen a tomarse en serio eso de fabricar su propio hardware? Posiblemente, varias cosas. Para empezar, tenemos el éxito de Xbox 360 como base para el entretenimiento en millones de hogares. La consola ha conseguido que Microsoft empiece a considerar eso de realizar algo más que software de cara al público corriente, y en base a esfuerzos con buenos juegos, buenas características -atentos al futuro SmartGlass- y mejores prestaciones, ha logrado que el cliente final consiga ver más allá de Windows cuando se habla de la empresa a nivel general. Y eso era difícil. El segundo elemento, obviamente, es el éxito del iPad y -de Apple y de iOS en general-, en cierta medida, de Android. El iPad y el boom de los tablets, han logrado llevar a Microsoft a una dirección ligeramente diferente, y el Surface, parece la representación física de semejantes premisas.
Cuando Steve Ballmer subió al escenario y presentó Surface, muchos pensaban que tenía en sus manos un tablet con el que competir de forma directa con el iPad, -y en cierta manera así era-, pero al repasar ligeramente el concepto de tablet de Microsoft, nos damos cuentas de las enormes discrepancias de un proyecto como Surface. Apple, durante dos años, lleva llenándose la boca con la era Post-PC, un mundo donde las máquinas han dejado de ser complicadas y ortopédicas, así como inmóviles, y donde los usuarios caminan con sus potentes dispositivos integrados bajo un mismo sistema operativo enlazado con la nube, y donde son capaces, gracias al diseño en su máxima expresión, de ser guardados en el bolsillo o en la maleta sin ocupar demasiado espacio. Surface lleva escrita varias premisas de la era Post-PC en su ADN, dejando claro que Microsoft ha captado la idea. Pero, desgraciadamente, la ha intentado llevar a su terreno sin mucho éxito, dando como resultado una buena idea de confusa puesta en práctica. ¿Por qué? Pues porque, desgraciadamente, y desde su misma presentación, Surface es un concepto bicéfalo.
Por una parte, Surface se venderá como un tablet corriente bajo Windows RT, un sistema operativo basado en la interfaz Metro, capaz de ejecutar aplicaciones y permitir al usuario navegar, escuchar música o ver cualquier vídeo que se le apetezca. Básicamente será como otro tablet cualquiera, con la salvedad de estar diseñado por la propia Microsoft. Pero por otra, y en un intento un tanto extraño, Surface también se comercializará con Windows 8 como sistema operativo, buscando así, contentar al usuario de PC de toda la vida. Esta versión Pro del Surface, será un tablet en concepción y diseño, pero se comportará como una suerte de híbrido entre tablet y PC. ¿A qué viene esto? Pues quizás, a un motivo comercial de intentar poner una pica en Flandes antes de que, definitivamente, el mercado del PC tal y como lo conocemos, muera. En cierta manera, es un canto de cisne por parte de Microsoft. Es un «Vale, aceptamos que el mundo del PC está agonizando y evolucionando hacia otra cosa que no nos pertenece, pero podemos sacar una nueva definición de lo que es un PC y adaptarlo a nuestros intereses.» Y ahí tenéis el Surface con Windows 8 Pro. Cada sistema tiene requisitos y prestaciones diferentes, y ambos tablets, que comparten diseño y forma externa, también están separados por un mundo en cuanto a características internas a nivel de hardware. Dos procesadores, dos arquitecturas distintas, dos resoluciones diferentes…
Sí, está claro que la estrategia de Microsoft, por una parte, es loable. Windows RT promete ser un sistema operativo interesante, que puede deparar apoyos de una industria que parece buscar sistemas integrados y sólidos sobre los que lanzar sus productos y aplicaciones, pero, ¿qué sentido tiene fragmentar tu propio mercado? Busca acaso Microsoft alejarse de los PC lanzando… ¿Un tablet con funciones de PC? No es comprensible, y de hecho, no nos extrañaría en absoluto que el consumidor, bastante confuso con la miríada de tablets que pueblan el mercado, acabase en una espiral de locura ascendente al ver la incomprensible jugada comercial de Microsoft. Y además, tenemos precedentes. Precedentes de movimientos arriesgados que no han terminado nada, pero que nada bien.
Competir con el iPad sale caro. Por descontando, cualquier consumidor con dos dedos de frente, querrá y deseará que las compañías lancen productos terminados, completos y atractivos, a fin de pelearse por el contenido de su cartera. En la libertad de elección está la clave, y desgraciadamente, el mercado actual de los tablets, pese a ofrecer buenos productos -como el iPad-, no tiene demasiado donde elegir. HP lo intentó de buena manera, con un sistema sólido como webOS, pero con una serie de productos que no terminaron de aprovecharlo. Blackberry lanzó un tablet casi por inercia, y han marcado con letras y números rojos, el más que probable fin de RIM. ¿Quién puede sacar pecho? Pues quizás Amazon, que con su Kindle Fire parece haber arañado algo del pastel -como hablamos en su día-, pero que en el fondo, y haciendo recuento, no dejan de ser meras migajas. No descubriremos nada si os decimos, que tanto Microsoft como Apple, mantienen dos filosofías distintas y separadas, pero sí podemos arrojar a la mesa, casi sin temor a equivocarnos, la afirmación de que en Redmond parecen estar lo suficientemente influenciados por Cupertino como para entrar en su juego, aceptando las reglas impartidas por los californianos.
Del iPad, lo conocemos todo. Ya sabemos como funciona. Entendemos su concepto como producto, y comprendemos, ahora, con años vista, lo que pretendía Apple y Steve Jobs cuando lo presentaron allá por 2010. Del Microsoft Surface, de momento, no entendemos nada. De hecho, no tenemos ni precio ni fecha de lanzamiento. Comprendemos en parte la intención de Microsoft e incluso la aplaudimos… Pero desconocemos si será una vana promesa, o algo más. También había desconfianza y reticencia cuando lanzaron su primera consola, y aquí los tenemos, disputándose el reino del ocio electrónico. La historia podría repetirse.