Los lectores más habituales, se habrán dado cuenta de la importancia de las patentes en el actual mundo tecnológico. Pero seguro, que muchos no comprenden hasta qué punto son vitales en el avance o en el posicionamiento de una empresa en el mercado, ni de la guerra encubierta que envuelve al registro de las mismas. ¿Hasta donde nos llevará este nuevo campo de batalla? ¿Protegen o entorpecen? ¿Defienden a los creadores de las copias?
En las últimas semanas, el panorama tecnológico y empresarial, parece haber cambiado. Una serie de cambios (algunos muy inesperados), han marcado un nuevo punto álgido en lo que, casi de manera unánime, se denomina era Post-PC. Haciendo un poco de retrospectiva, podemos marcar varios acontecimientos como vitales en el devenir de este nuevo periodo en el mundo de la informática. El primero de ellos, quizás por lo cerca que nos toca, y por la relevancia de su persona, es la dimisión de Steve Jobs como CEO de Apple. La figura más importante de la empresa, y una de las personas más veneradas y admiradas del mundo, dejó su cargo por decisión propia hace unas semanas. El segundo de estos puntos de inflexión, es la muerte comercial de los productos de HP, empresa líder en el sector PC, que ha visto como la inversión realizada en Palm y webOS, con productos tan vitales para su ecosistema como la TouchPad, ha acabado siendo un error que han podido pagar muy caro. De hecho, actualmente, la empresa se encuentra en un delicado momento, con una profunda reestructuración comercial en mente. ¿Dejará de vender portátiles HP? Casi con total seguridad.
El tercero de estos cambios, también nos pilló por sorpresa. En un movimiento nada predecible, Google, acabó comprando Motorola por una cantidad desorbitada de dinero. ¿Por qué hacía esto Google? Por una sencilla razón: por las patentes que atesoraba la empresa estadounidense de telefonía y comunicación. Actualmente, vivimos en un mundo, donde casi la totalidad de la tecnología que usamos a diario, está patentada. ¿Qué quiere decir eso? Pues pecando de reduccionistas, que alguien pensó primero en un producto o en un elemento esencial de dicho producto o dispositivo, y que luego, con la adopción de este, miles de empresas que vinieron detrás, tuvieron que pagar esos derechos de utilización. Es algo muy común, y hasta cierto punto, lógico. Apple, entre otras muchas empresas actuales, usan las patentes como medida de seguridad en un futuro. Sus diseñadores (incluso el mismo Steve Jobs) registran cualquier idea, diseño o pensamiento más o menos formal que tengan dentro de sus oficinas, y así evitan tener que pagar ellos mismos en un futuro, o se garantizan la posesión de esos derechos de forma legal si alguna compañía intenta crear o utilizarlos en algún tipo de producto o invención propia en un futuro. El registrar una patente (aunque depende del país), te da 20 años de margen para la explotación de la misma, lo que es toda un a medida de seguridad de cara los inventores y poseedores de los derechos de la idea. En cierta manera, el mercado actual «invita» a patentar de manera un tanto indiscriminada, para así proteger tu idea, tu empresa y tu futuro a largo plazo. Una de las ventajas de patentar, es que, muchas veces, sin querer, estás retrasando o poniéndole trabas a la competencia.
Apple, como líder en el sector tecnológico, es una de las empresa que más ideas patentan a lo largo del año, teniendo conceptos, diseños y planos o bocetos para dar y regalar. Muchas acaban siendo ciertas, y otras, esperan en un cajón en la oficina de patentes esperando a ser usadas, de una manera u otra. Todas, acaban siendo noticia. Pero no es de las que más ideas patentan o llevan en su portafolio. Mirad la gráfica y asombraos con la cantidad de patentes que portan y guardan en Samsung. Grande, ¿verdad? ¿Y qué me decís de Motorola? ¿Entendéis ahora el movimiento de Google? Así pues, ¿qué papel pueden llegar a desempeñar las patentes en el futuro?
Hay que tener claro un concepto. Una idea, de por sí, no vale absolutamente nada. Al menos, si no está escrita o hay una cierta prueba de que se te ha ocurrido antes a ti que a otra persona. En ese caso, una idea puede valer millones de dólares, y ser de vital importancia para mantener una empresa, o para proteger tu negocio de la competencia. De hecho, actualmente, vivimos en una lucha encarnizada donde empresas como Nokia, HTC, Motorola, Microsoft, Apple, Sony, Samsung o LG, disputan la posesión de cientos de miles de patentes. De hecho, el mapa o el organigrama de peleas judiciales es tal, que es necesario hasta la utilización de un esquema. El motivo de la demanda, puede ser cualquiera. Desde similitudes físicas o de aspecto en el diseño, a la utilización de pequeños componentes o piezas de vital importancia, y cuyos derechos, pueden estar en posesión de otra empresa, y cuya salida es «modificarla» en su justa medida y así evitar el pago de dichos derechos de utilización. Imaginad que lanzamos un teléfono, con un diseño revolucionario, un año antes que la competencia. Y al año, aparece un teléfono de idénticas características físicas y técnicas, pero con leves diferencias. Las justas para evitar comparaciones entre ambos productos. ¿Es esto legal? En principio, sí. ¿Pero es ético? Depende de la empresa y de la posición en la que te encuentres.
Seguro, que actualmente, conocéis el litigio que llevan encima Apple y Samsung. Día tras día, asistimos a un continuo intercambio de declaraciones, argumentos, pruebas y procesos judiciales entre ambos gigantes. De hecho, últimamente la situación está llegando hasta un punto realmente insostenible. Ambas compañías, tanto la coreana como la de la manzana, ya habían catado las posiciones de demandante y acusado con el iPhone. Ahora es el iPad, el que parece el centro de atención de este cruce de movimientos y denuncias. Apple, como demandante, argumenta que la serie de tablets Galaxy Tab de Samsung, lleva implícito en su diseño claras reminiscencias al del iPad. Rectangular. Fino. Con una pantalla prominente y con un marco alrededor de la misma. Pueden estar en lo cierto, ¿pero es motivo suficiente para impedir la venta del tablet en el mercado? En cierta manera, sí. Y hasta lo defendemos.
Aclaremos posiciones y argumentos. Estamos de acuerdo, y de hecho, defendemos hasta los extremos, la posesión de una idea, diseño o producto. Y la necesidad propia de cada persona o empresa a ganar dinero con ella. Pero también, llegados a un punto, donde todo está patentado, inventado o modificado, supone un peligro bastante peliagudo de cara al libre mercado y la competencia. Está claro que Apple pretende proteger su negocio y su propio producto (y ofrece documentación que ha sido respetada y aprobada por los órganos judiciales competentes, como muestra su victoria ante HTC o la misma Samsung hace unos días), pero este tipo de prácticas, también puede coartar la libre competencia en un futuro muy cercano, cercenando la innovación por parte de otras empresas y compañías. ¿Hasta donde llegará esto? De momento, países como Alemania han impedido que los productos de Samsung lleguen a las calles. Y quién sabe como acabará.
La competencia, mueve al mundo. A todos los niveles. Desde las bacterias y microorganismos, a los animales y plantas, pasando por los smartphones y tablets, el ecosistema natural y el artificial (en concreto éste especial y particular conglomerado de empresas que luchan por sus productos y el mercado) donde nos encontramos, premia a los más fuertes. Y a los más arriesgados. Es muy fácil sacar un tablet un año después que la competencia, con un diseño y una serie de componentes idénticos, e intentar capear el temporal. Fácil y algo cobarde. Por eso, el mercado, es justo. Apuesta y protege a los primeros, a los pioneros. A los más fuertes. Y Apple, de momento, lo sigue siendo.
Alberto González