La educación es la base de nuestra sociedad. En ella se basan los valores cívicos, de cultura y progresión de todos nosotros. En España vivimos tiempos difíciles, con un sistema educativo roto, desmembrado y raquítico. Las nuevas tecnologías, acompañadas de mejores planes educativos, podrían ser la clave. ¿Qué medidas se podrían tomar? ¿Qué pinta Apple en todo esto?
Nos encaminamos a una encrucijada en todo Occidente. Nuestra cultura, la que se eleva por encima de las mentes pensantes de miles de filósofos y en los logros conseguidos tras muchos años de lucha, se puede encontrar en un punto estancado en determinados países, donde el sistema educativo empieza a hacer aguas por todos lados. La ineficacia de los gobernantes, los continuos cambios de planes y sistemas de enseñanza, así como la falta de recursos destinados a un factor tan importante como el cuidado de todos los infantes que empiezan a ser conscientes del mundo que los rodea, son los principales problemas de una burbuja que puede estallar en cualquier momento.
Los tiempos cambian, y aunque en muchos aspectos las cosas mejoran, y se abren nuevos horizontes, para nuestra desgracia, en el ámbito de la educación, el futuro parece no pintar bien. España, en concreto, es uno de los países europeos con peor clasificación en el ranking de la educación, con niveles alarmantes. Los alumnos abandonan rápidamente su formación, desmotivados y aburridos. Y si nos ponemos a hablar de comparaciones mundiales, tampoco salimos bien parados. ¿Es de recibo considerarse un país occidental de los primeros de la lista y tener unas puntuaciones tan bajas en dichas escalas educativas? ¿Se merecen esto nuestros hermanos, hijos o amigos más pequeños? ¿Nos lo merecemos como sociedad?
Cuando hablamos de educación, hablamos de inversión de futuro. De conocimiento para las nuevas generaciones. De un futuro mejor. En un mundo digitalizado, la conocida por muchos como la era de la información, está terriblemente alejada de las aulas. Es más, incluso me atrevería a decir que internet y todo lo que huela a informática, es considerado algo «malo» (o lo que es lo mismo, que te distrae de los deberes) por miles de educadores y profesores en nuestro país (y por ende, en medio planeta). Con un concepto así, tan arcaico, dentro de un sistema tocado, es normal que no se abran nuevos horizontes.
Por eso, hay que buscar alternativas. Hay que hacer atractiva la educación y la formación a millones de estudiantes. ¿Cómo? Llevándolos a las aulas. Haciéndoles partícipes. Apple, durante años, ha estado muy cerca de los planes educativos de varios estados en los Estados Unidos. Como empresa, ha invertido millones de dólares en nuevos planes educativos, así como en equipamiento y formación (sus descuentos y promociones a estudiantes son conocidas por todos los que alguna vez hemos machacado codos), en multitud de escuelas y centros docentes o institutos por todo el país. Cierto es, no obstante, que Apple ha estado ligada más a los estudios y a la educación superior (universidades, principalmente), y que dicha actitud también ha llegado a muchos centros universitarios en nuestro país, pero últimamente, dicha tendencia está cambiando. Quizás por necesidad.
Las medidas de los chicos de Cupertino en los EE.UU han sido variadas. Una de las más sonadas, ha sido la vista desde la ciudad de Chicago, donde los responsables de la educación de miles de ciudadanos, han pedido como equipamiento para sus alumnos una herramienta donde podría estar el éxito desead: un iPad. Y es que la inclusión de las nuevas tecnologías en el ámbito escolar no debe ser para nada mala. Al contrario. Es absolutamente beneficiosa. La implantación de dispositivos fáciles, sencillos de usar (como los son los dispositivos táctiles de Apple) y completos y versátiles en la educación de millones de alumnos, es todo un paso hacia adelante. Deben llegar, en mayor o menor medida, a todos los niveles posibles. Ordenadores, tablets, pizarras electrónicas. Da lo mismo.
Este tipo de dispositivos favorecen que los niños se relacionen con el mundo tecnológico y digital que los rodea. Consiguen que nos olvidemos de pesadas cargas sobre sus espaldas, y logra que el acto de enseñar (así como el de aprender) sea divertido y atrayente para los estudiantes. ¿Os imagináis lo que es poder ver, escuchar y tocar aquello que se está explicando? ¿El poder acceder a toda la información del mundo con un solo toque? ¿Os imagináis también lo que sería llevarse los deberes a casa de esta manera? Cualquier alumno (más pequeño o más grande) estaría encantado. Además, ¿no regalan ahora unos netbooks de baja calidad con Linux en algunas comunidades autónomas? Un iPad es una herramienta educativa impresionante. Permite hacer casi de todo. Cierto, que como toda herramienta, también puede usarse de una forma diferente (teniendo en cuenta como es gran parte de la sociedad española, no me extrañaría verlos metidos en el tuenti a la primera de cambio), pero con pequeñas soluciones (cortar internet o restringir su acceso), se termina con el problema. Las nuevas tecnologías y dispositivos, tienen que entrar en las aulas. Sí o sí. Hay niños de dos años que saben manejar programas y aplicaciones para dichos aparatos sin pestañear (iTunes y App Store tienen un catálogo de programas y podcasts relacionados con la educación digno de ser admirado). Aparatos, que tienen a su disposición, millones de apps educativas con una capacidad de enseñanza bestial. Una capacidad que está siendo desaprovechada ante la tiranía de las editoriales, los gobiernos y los órganos responsables las comunidades de nuestro país. Apple, así como otras empresas, tienen en su haber un gran potencial en sus tecnologías de adentrarse en la educación. En las manos de los que «mandan» está saber sacarle partido.
Hay que tener una visión de conjunto. Hay que apostar por planes de educación fuertes y completos. Exigentes. Hay que formar alumnos con un poder y un conocimiento enorme. Y sin diferencias. No me vale que un alumno gallego o andaluz, sepa más o menos que un catalán o un madrileño. No. Todos deben tener la mismas oportunidades. Las mismas herramientas. Acceder al mismo conocimiento. Gozar de la misma educación. Tener lo que actualmente tenemos como sociedad, ha costado mucho sufrimiento. No podemos tirarlo todo por la basura por la desgana, la comodidad o las regalías por parte de determinados políticos. Por eso, cuando veo a mi pequeña vecina (con apenas tres años) toqueteando en la pantalla táctil del iPhone, y divirtiéndose mientras aprende con aplicaciones de todo tipo, lo pienso. Ellos son el futuro. Son la generación con mayor acceso a la información, la que podría estar más preparada. Es una oportunidad única. Debemos apostar por ellos. Se lo debemos.
Alberto González
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