Es muy común encontrarnos con la habitual frase de «Apple ha cambiado el mundo». Es una expresión generalizada, cierta y verídica, pero que muchas oculta el verdadero significado oculto tras ellas. Una frase que opaca las verdaderas experiencias y historias personales que le dan sentido en su totalidad.
Pensamos con demasiada amplitud. Realmente, estamos construidos así. Nos gusta manejar grandes cifras, grandes números. Nos encanta darle el sentido a todo lo que nos rodea de la manera más grandilocuente posible. No es algo reprochable, pero cuando hablamos de Apple, es casi una costumbre que nos aleja de vez en cuando de la verdadera perspectiva sobre las cosas que verdaderamente amamos. Al manejar enormes cuentas, historias, análisis, presentaciones o reflexiones, nos olvidamos de las pequeñas historias. Esas que hemos vivido o conocemos alrededor de los productos y el universo que engloba Apple. Esas experiencias que hacen que veamos las cosas de manera distinta. Experiencias que nos marcan un nuevo rumbo. Y hoy, aprovechando el próximo aniversario de Apple Adictos, os quiero contar la mía.
No es fácil encontrar un rumbo fijo en los tiempos que corren, y muchos menos dar con aquello que deseas o quieres, pero la oportunidad para hacerlo está latente en cualquier lugar, esperando que alguien se dirija hacia ella. Hace un año, cuando la presente página apenas estaba dando sus primeros pasos, él que os escribe estas líneas, andaba tras haber finalizado sus estudios, sin un rumbo demasiado fijo. Acababa de estrenar un iPhone 4, que me había servido de pequeño oasis gadgetófilo durante los meses de verano, y que, sin saberlo, me acabaría llevando hasta un nuevo objetivo. Las piezas (o como dice Steve Jobs, «los puntos») estaban ahí, y era cuestión de unirlas. Quizás en el momento de comprarme un nuevo iPhone no los veía (simplemente pensaba en renovar mi viejo iPhone 3G), pero estaban ya marcando un próximo destino que cambiaría mi vida por completo.
Siempre he adorado los productos de Apple. Por una parte u otra, siempre he tenido cerca un Mac, un iPod o un trozo de software de la compañía de la manzana rondando por mi casa o por la de mis amigos y familiares. Mi pasión por Apple ha trascendido lo meramente estético y comercial, y ha acabado marcando mi ocio, mi futuro profesional, y en cierta manera, mis relaciones y amistades. Es difícil catalogarlo, etiquetarlo o resumirlo en apenas unas líneas, pero creo que ha sido, está siendo, y será así. El primer punto de inflexión, y cuando pude experimentar lo que era un buen producto en primera persona, fue con la llegada del iPod nano, allá por 2005. Fue mi regalo de navidades, y jamás recordaré un día más feliz en mucho tiempo. Aquél día abrí con entusiasmo la caja, absorbí y atesoré cada momento de la experiencia, y recuerdo con la canción con la que lo estrené y probé (A rush of blood to the head, de Coldplay), que a la larga se convertiría en toda una composición y pista casi litúrgica y tradicional con el estreno de cada aparato, dispositivo o equipo de la manzana que entrase en casa.
Con la llegada de cada equipo de Apple (llámase iPhone, llámase Mac o iPod) comencé a disfrutar de un tipo de ocio y afición, que hasta la fecha, pues desconocía. Atesoré y acumulé revistas, accesorios, me abrí al mundo de los podcast y conocí a un montón de buenos amigos en los foros y páginas especializadas de internet, donde me interesaba por trucos, accesorios o equipos con los que complementar mi afición. Entré en un mundo que hasta entonces, ignoraba que existía, dando rienda suelta a un intercambio de conocimiento y experiencia, que a la larga, volvería a serme útil. Mi vida iba encaminándose y estableciéndose alrededor de la manzana, y yo sin saberlo. Si os soy sincero, por una parte, deseaba encontrar una forma en la que volcar y desatar toda la pasión que atesoraba sobre ese mundo recién descubierto, pero la oportunidad no salía. No se presentaba. Por un momento, llegué a creer que todo acabaría siendo un simple hobby, algo que jamás se materializaría en algo físico o útil, y que como otras tantas aficiones, no pasaría de la simple anécdota. Me equivocaba.
Volvamos de nuevo, al año pasado. Había adquirido el iPhone 4, en parte como tradición, y en parte, como os adelantaba al comienzo, por necesidad. El anterior teléfono me había abierto muchas puertas (había servido como herramienta de trabajo más en una farmacia, me había salvado el cuello a la hora de guardar archivos en más de una presentación delante de muchísima gente en clase y me ofreció miles de horas de juego en los ratos más aburridos). Me había facilitado mucho las cosas, y quería seguir apostado por el mismo caballo ganador. Dicho teléfono, me acabaría trayendo aquí, a la web de Apple Adictos. Buscando información y pequeñas guías para aprovechar e investigar más mi recién estrenado teléfono, mi padre me pasó un correo electrónico muy interesante: buscaban redactores y expertos en el mundo de la manzana para comenzar y cimentar un nuevo proyecto. No lo dudé. No había sido casualidad. Era la oportunidad que había esperado. Envié el correo por la mañana, y al poco tiempo ya me encontraba dentro del nuevo barco. De la mejor manera y con la mejor compañía y apoyo. Estaba marcando un nuevo rumbo hacia unas coordenadas que estaban esperándome, y que me abrirían muchas y misteriosas puertas a futuros y apasionantes proyectos.
Los primeros días fueron un poco caóticos (¡quería hablar de todo!), pero poco a poco, comencé a entender los mecanismos, los entresijos de una publicación periódica, y paso a paso, os empecé a entender y comprender a vosotros (parte esencial de este proyecto), los lectores. Es entonces cuando te vuelves a dar cuenta. Todo empezó con mi iPod, en aquellas lluviosas y frías navidades. Y ahora continua con los vuestros, se llamen iPad, iPhone, Macs o como sea. Son las semillas de una manzana que va marcando tu rumbo, profesional y personal, sin que seas consciente de ello hasta que vuelves la vista atrás. Pequeñas historias y momentos alrededor de tu iPhone, tu iPad o tu Mac, que conforman un todo. Un todo en el que también entran esas otras noticias y eventos, que dan sentido a los productos que amamos, y que acaparan portadas y medios especializados. Las que se llevan los flashes y marcan el rumbo de una industria. Pero, ante la pregunta de sí Apple me cambió a mí o mi mundo, lo tengo bastante claro: Sí, Apple cambió mi vida y la de muchos de mi alrededor. Y seguro, que también la de muchos de vosotros. Estoy seguro de que la seguirá cambiando. Ya lo está volviendo a hacer.
Alberto González
Supongo que con la emoción te equivocaste de gadget y que te referías al IPOD nano…