La tecnología avanza, y muchas veces, no sabemos exactamente hacia donde se dirige hasta que ya hemos dado el paso. Apple es una compañía bastante emprendedora en dicho aspecto, y siempre se esfuerza en dotar a sus productos de un marcado carácter innovador y rompedor. Pero, como es normal, hay veces que las cosas no salen del todo bien. De los actuales dispositivos de Apple, hay uno que destaca por su atractivo, pero que parece no encontrarse a sí mismo: El Apple TV. ¿Es el Apple TV un producto completo o perfecto?
Es la misma historia de siempre. O das el salto, o siempre te quedas esperando a algo mejor. Los aficionados a la informática, y en especial los usuarios de Apple, sabemos del afán de las empresas por estar siempre renovando o actualizando los equipos conforme el mercado y las tendencias dictaminan. Pero si dejamos de un lado la informática más básica, o el entramado del mercado de los ordenadores personales (y ahora el de la telefonía o los tablets) y nos centramos en el del cine y el entretenimiento en casa, el quid de la cuestión parece incluso diferente si de Apple hablamos.
Steve Jobs es un verdadero entusiasta del cine y la música. En sus presentaciones, siempre intenta marcar el guiño cinematográfico proyectando alguna película o video desde el dispositivo mostrado en cuestión, y sus gustos musicales le han llevado a impulsar el iPod, iTunes y la reciente adquisición de Los Beatles en exclusiva en formato digital durante un tiempo limitado. En resumidas cuentas: lleva sus hobbies allá donde pone las miras para sus negocios. Los traslada.
Por eso, cuando Apple presentó las primeras generaciones de Apple TV (hace unos cuantos años), muchos creíamos estar ante el primer paso de gigante en la dominación total por la empresa del entretenimiento doméstico. Era una respuesta final y oficial por parte de Apple, a la fiebre de los Media Center, o Set Top Box, aparatos diseñados para albergar contenidos multimedia y reproducirlos en el televisor de nuestro salón. El primer Apple TV no fue un sonoro fracaso casi de milagro, debido a la insistencia de muchos usuarios para convertirlo, transformarlo y equiparlo. Si dichos clientes no se hubiesen dedicado a mejorar un producto inacabado, quizás hoy no tendríamos las sucesivas y pertinentes revisiones del Apple TV.
Los primeros modelos hacían especial hincapié en la sincronización, como de si un iPod o un iPhone se tratase, del aparato con iTunes. Si queríamos portear las canciones, películas y contenidos de nuestra biblioteca audiovisual al media center de Apple, teníamos que estar continuamente conectando nuestro Apple TV. Aunque los modelos gozaban de Wi-fi y tenían varias opciones interesantes, el aparato no terminaba de funcionar. No estaba del todo pulido. Apple lo abandonó al poco tiempo, dedicándole un rincón paupérrimo dentro de la web, y relegándolo a un segundo plano durante varios años.
En la última gran Keynote sobre los iPod (celebrada en Septiembre del año pasado), Steve Jobs desde el escenario reconoció varios de los errores cometidos con el «hobbie de Apple» (palabras textuales). Lo primero que admitió, fue la excesiva dependencia de la sincronización del dispositivo. Luego, su aparatoso precio por culpa de los discos duros, y por último, sus limitadas opciones en consecuencia con el usuario. Así, presentó la última versión del Apple TV, que si bien mantenía algunas características (HDMI, salida digital óptica), sufrió un rediseño de infarto. Ahora era más pequeño, pesaba mucho menos, y estaba orientado al mercado audiovisual mediante streaming (o lo que es lo mismo, sin descargas).
Es lo que hablábamos al comienzo del artículo: si esperas demasiado, nunca terminas decidiéndote, y siempre te acaba sorprendiendo algo mejor. Algo así ha pasado con el Apple TV. Apple lo tenía todo para triunfar: un soporte digital envidiable (iTunes Store tiene uno de los catálogos de películas más en forma de la actualidad, y para qué hablar de su entramado musical), y decenas de dispositivos con los que jugar para sus propios fines (en aquella época varios modelos de iPod muy resultones).
Pero falló. Y con el actual modelo, parece que han tomado nota de muchos de los errores cometidos, pero no de todos. Y es que, una vez más, Apple parece haber desaprovechado una oportunidad de oro para mostrar el potencial como empresa de suministradora de contenidos para los cine en casa de millones de consumidores y clientes.
Una de las decisiones más controvertidas, es la imposibilidad «real» (y lo dejamos entre comillas) del nuevo Apple TV de reproducir video a 1080p. ¿A qué viene semejante paso atrás cuando el Full HD en 1080 líneas progresivas es casi un estándar y una obligación en un producto de semejante índole? Todo parece cuadrar aún menos, cuando sabemos que en la iTunes Store, casi todas las películas incorporan dicha resolución en sus opciones.
Otro de los aspectos críticos, es la erradicación casi completa del disco duro. Y decimos casi completa, porque en realidad, el actual Apple TV tiene un pequeño disco duro flash de unos 8GB. ¿Qué utilidad tiene? Al parecer, la de albergar actualizaciones de software y ayudar al sistema cuando sea necesario. Las malas lenguas, por el contrario, hablan de una especie de salvoconducto para lo que podría ser una puerta abierta a futuras aplicaciones, juegos y programas para el Media Center de Apple.
Y parecen tener razón. Engadget, un reconocido medio especializado, descubrió varias líneas de código que hacían referencia a dicha posibilidad. ¿Veremos juegos y aplicaciones como las que tenemos actualmente en nuestros iPad, iPod o iPhone (y Mac)? Pues parece ser que es bastante probable. Sería, de primeras, una solución excelente de cara a crear un equipo completo y destinado a suplir las necesidades de otros sistemas, como las consolas. Si nos ponemos a buscar un controlador, no tenemos que ir muy lejos, dado el acierto con el que se ha diseñado el sistema Air Play (Jobs avisó que la tecnología podría llegar a otros campos), la solvencia del iPad o el iPhone como pequeñas interfaces táctiles en muchos videojuegos. No hay mejor mando posible.
El Apple TV, es un quiero y no puedo. Cuando parece arreglar algo, surge con otro problema o error que lo hace perder un año entero con sus competidores (teniendo en cuenta el ritmo de actualizaciones de Apple). El disponer de una gran cantidad de películas en streaming (que en Estados Unidos gozan además del soporte del esperado Netflix) y una enorme tienda de aplicaciones (se nos hace la boca agua al pensar en compatibilidad total con apps como la de Spotify, Justin TV o determinados juegos), podrían suponer un espaldarazo definitivo a un Apple TV, que de momento, se queda corto en prestaciones. Es un producto redondo, pero su sangrante falta de compatibilidad total con la era HD, su mísero disco duro (que encima permanece en la sombra) y su falta de ambición, son sus peores bazas. Es que, como bien os mostramos hace unos días en uno de los mejores reportajes disponibles sobre el tema en la red, hay opciones mejores.
Alberto González