La jornada de ayer, será recordada con el tiempo. El problema, es que ahora no nos damos cuenta. Pese a todo lo que se presentó y se enseñó ayer, muchos siguen con un extraño sentimiento de decepción. ¿Por qué? Ayer Apple demostró cuál es su filosofía. Cuáles son sus credenciales. Ayer, el iPhone, habló.
Determinadas conferencias de Apple, con las excepciones de las más sonadas (que suelen marcar un inicio o un punto y aparte, como la del primer iPhone), suelen desagradar a la mayoría del público, que acaban con amargos sabores y sentimientos, lamentándose y arrastrándose durante los momentos posteriores a la keynote con soberanas quejas (si hacéis memoria, algo así pasó con el iPad en su momento). Ayer, se volvió a repetir la misma historia. Y en cierta manera, los comprendo. Los entiendo. Pero no tienen razón. Ni motivos.
Todos conocemos y amamos los productos de Apple. Son algo más que simples «objetos». Los admiramos como pequeñas obras de arte que respiran y brillan con luz propia. Son experiencias. Ayer vimos como Tim Cook asumía las dotes de líderes de una empresa que parece no tener techo, y nos despedíamos, no sin cierta nostalgia, de las habituales y queridas presentaciones del carismático ex-CEO de la compañía, Steve Jobs. La keynote de ayer, prometía ser especial. Y realmente lo fue, pero muchos aún no son conscientes.
El nuevo iPhone sería el eje de la conferencia. Tras las estadísticas, los datos de ventas, y las opiniones del público, se dejó constancia de lo que es y lo que significa el teléfono para Apple actualmente. Se dejó constancia del papel que desempeño, está desempeñando y desempeñará, el iPhone. De su lugar de importancia en el salvaje mundo de los smartphones o teléfonos inteligentes. Para Apple, la oportunidad de presentar un nuevo producto que volviera a devolverles el status de «primeros de la lista», era evidente. El iPhone allá por 2007 cambió la forma de relacionarnos con nuestros teléfonos móviles (aparatos que hasta la fecha, eran toscos, complicados y llenos de teclas). Ahora, el iPhone, en pleno 2011, vuelve a marcar un punto de inflexión, y rubrica sobre el mundo de la tecnología, una filosofía que parece no entrar por los ojos de todos.
Muchos se llevaron las manos a la cabeza cuando en Cupertino, se desveló que el próximo iPhone no sería un iPhone 5, y sí una versión actualizada de su actual iPhone 4. El llamado iPhone 4S es la muestra de que en Apple, diseñan y piensan en sus productos como obras completas. En productos que nacen desde dentro. En creaciones que se articulan de la forma más compleja, y que acaban unidos irremediablemente a las prestaciones a nivel de software que al final incluyen. Ayer Apple, volvió a demostrar que diseñan experiencias. Todos reconocemos el iPhone 4, como uno de los terminales más perfectos jamás imaginados. Estéticamente estamos ante un terminal que inspira calidad y confianza, y en cuanto a prestaciones, pese a tener más de un año encima, sigue siendo una gran máquina. Es un teléfono que no necesita modificaciones o cambios estructurales. Es bello y funcional tal y como lo es ahora. Y de ahí, aunque el iPhone 4S lleva el mismo diseño externo que su antecesor, mejora sobradamente su alma. Mejora sobradamente la experiencia final que un producto casi perfecto (como lo era, y es el iPhone 4), y la convierte en algo completamente nuevo.
En Apple, todo es cuestión de filosofía. De conceptos. De pensar diferente. No nos cansaremos de decirlo. El iPhone 4S es el resultado de lo que tantas veces hemos hablado y debatido desde estas líneas: los productos son un todo, no solo la parte exterior. Es cierto, que contando con nombres tan importantes como Jonathan Ive en cuestiones de diseño sea difícil, pero procurar entender los dispositivos de Apple como un compendio de prestaciones más allá de la forma o las características técnicas, es algo esencial. El iPhone 4S refleja perfectamente esta idea. Es un excelente terminal que recoge el testigo del procesador A4 y lo convierte en un A5 de doble núcleo, más potente y rápido que la generación anterior. Renueva su cámara fotográfica (la más usada en redes sociales o en portales como Flickr) y añade capacidad de grabar vídeo en 1080p Full HD. E incorpora más capacidad de almacenamiento interna (hasta 64 GB).
Pero esas son cuestiones técnicas. Cuestiones, que aunque son importantes, para Apple, son meras obligaciones marcadas por el ritmo del mercado obsesionado con los números y sus propias necesidades en software a la hora de mejorar la experiencia del consumidor. Y es aquí, llegados a este punto, donde encontramos la mayor innovación presentada ayer: en el software. Sin contar lo grande de iCloud o iOS 5 (de los que hablamos en su momento), Apple dio un paso importante y grande, del que muchos no son conscientes: Ayer, el iPhone, habló.
El iPhone 4S habló. Gracias a la tecnología Siri, el nuevo terminal de Apple responderá a nuestras órdenes y comandos, como si de un asistente personal se tratase. Nuestro teléfono se comunicará con nosotros con el solo uso de la voz. Podemos pedirle cualquier tarea, cualquier información. Desde el estado del tráfico, a que nos calcule una operación matemática. Desde escribir un SMS, a que nos realice una búsqueda del tiempo que hará en nuestro próximo destino. Puede parecer una tontería. Pero no lo es. Es un primer paso hacia el cambio absoluto de los paradigmas en cuanto a relaciones usuario y máquina se refiere. Es el primer peldaño hacia una interacción tan natural con nuestros dispositivos, como lo es ahora acceder a una pantalla táctil. Es una verdadera revolución. Pensadlo por un momento: ahora, nuestro iPhone, habla. Siri todavía es un programa en fase beta, y no cuenta con el español como idioma disponible (cosa difícil de comprender), pero la semilla está ahí.
«La mayoría de la gente piensa que el diseño es una chapa, es una simple decoración. Para mí, nada es más importante en el futuro que el diseño. El diseño es el alma de todo lo creado por el hombre.»
— Steve Jobs
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Haced un repaso mental a la keynote de ayer. Pensad por un momento en lo que se presentó. Repasadlo bien. ¿Sois conscientes del peso que tiene el software dentro de la empresa de la manzana? ¿Sois conscientes de que la experiencia con el usuario es la que define el producto final? Esa es Apple. Siempre ha sido así. No os quedéis con las formas o las apariencias. El diseño es algo más que el aspecto. Las formas y los estímulos visuales son importantes, pero son las representaciones físicas de los cambios. Y ayer, el cambio se produjo de una manera imperceptible para muchos. De una manera sonora. Ayer, el iPhone habló. Y desgraciadamente, muchos, no lo escucharon.
Alberto González
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